jueves, 8 de marzo de 2012

EL VIRUS. (O LO QUE SEA)

No soy persona de lujos. No me van los cochazos, ni las motos, ni los gadgets ultra caros, ni las teles de plasma de 50 pulgadas, ni la ropa de marca. Quizá el único capricho en el que no me duele gastarme una pasta es la comida. Me encanta comer bien y no me duele dejarme un pico en unas gambas a la plancha, un buen ibérico de bellota o un solomillo de buey.
Por eso hoy, que me hallo ante un plato de arroz blanco y unas tristes lonchas de jamón de York, por culpa del virus que anda pululando por ahí y que me ha dejado el estómago vuelto del revés, me acuerdo de un chiste del Miguelito de Romeu que decía que el penúltimo placer del ser humano es la gastronomía y el último, recordarla.

¡¡¡QUIERO MORCILLA DE BURGOS!!!


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